A mediado de marzo, con un sol radiante, me decidí a dar un paseo por el parque, me parecía maravilloso escuchar el piar de los gorriones y otras aves, así como el voleteo de las palomas que iban buscando comida y otros forrajes para sus crías.
Las flores empezaban a abrirse y el césped parecía una alfombra de bellísimos colores: amarillo, rojo, violeta... Estaba todo precioso.
Los árboles lucían un manto de distintas tonalidades de verdes y en algunos de ellos florecían bellas y hermosas flores, que más tarden darían su frutos.
Los patos en el lago, ¡ qué graciosos ! sus crías iban detrás empezando a jugar con el agua y como no, las tortugas sacaban sus cabecitas para aprovechar los lindos rayos de sol.
Se veía a mayores pasear, y otros sentados en los bancos contemplaban a los niños jugar en los columpios y en el tobogan.
Para mi era hermoso ver tanta maravilla pues ya quedaba atrás el frío invierno, y mi pueblo empezaba a vivir de nuevo, todos en comunidad.
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