martes, 1 de marzo de 2011

Tatuaje

¿Qué tal si contáis la historia del marinero alto y rubio como la cerveza?


Estaba paseando con mi padre una tarde, cuando pasó por nuestro lado un señor, alto y rubio como la cerveza, que se acercó a mi padre y le saludo. Preguntó por la familia, y mi padre le correspondió preguntándole que como le iba, y este le respondió, que iba como siempre, como un barco a la deriva. Mi padre le animó y quedaron para tomar un café.
Yo le comenté a mi padre, que con sus años, este hombre se veía, que había sido bastante atractivo y que habrían tenido a las mujeres a sus pies, pero que veía en su rostro una tristeza inmensa. Mi padre tristemente me lo aseguró. Pero me afirmó, que la vida no le había tratado nada bien y que la causa de su mal, estaba en un amor imposible y por ello seguía sin tomar tierra firme.

Nos sentamos en un banco y le propuse que me hablara de la vida de este.
 Rafael, que así se llamaba este señor, era de un pueblecito de pescadores. Se había criado sin madre porque esta al nacer él, había muerto. Su padre que era pescador, lo dejaba con su hermana. Esta al tener muchos hijos y poco recurso, apenas estaba pendiente de él.

Su vida transcurrió en la calle sin cariño de nadie. Su padre murió cuándo él era todavía un niño, un asote de mar se lo llevó cuando iba embarcado y nadie más supo de él.

Rafael por lo tanto tubo  que espabilar y empezó a embarcarse como su padre. Iba de puerto en puerto pues no había nadie que le esperará, por lo tanto su vida era la mar.

Una de las veces que desembarcó, conoció a una chica de la cual se enamoró locamente y esta de él. Su noviazgo, lo llevaron en secreto hasta que el padre de ella se enteró y le prohibió verle.

Una de las veces que Rafael embarcó, el padre decidió partir este noviazgo y marchó con la familia a otro pueblo lejos de donde estos se conocieron.

Cuando Rafael regresó,  la buscó, preguntó por su paradero pero nadie sabía nada de ella, su búsqueda fue imposible y con sus recursos poco más pudo hacer. Cansado de la búsqueda y con el corazón roto, lo único que le quedó fue tatuarse un corazón con el nombre de ella. Le dió a la bebida y su vida calló en picado. 

Lo curioso de esto, me comentó mi padre, que la chica volvió y buscó a Rafael pero como este iba de puerto en puerto nunca dió con él.

Pasado algunos años la chica se casó con un novio concertado por su padre. Este le dió mala vida hasta que ella murió de una paliza.

Cuando Rafael regresó y se enteró de lo ocurrido, cogió al marido y lo mató. A Rafael lo metieron en la carcel y después de cumplir la condena salió. Su vida cambió, pero hoy sigue todavía pensando en ella, y su nombre sigue tatuado en su cuerpo y en su corazón .

Esta historia, me dejó muy marcada por eso hoy día cuando veo un corazón tatuado recuerdo esta historia y no dejo de pensar en los destinos de las personas.

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