martes, 9 de marzo de 2010

HOMENAJE A JESUS MATA ( EL CARPINTERO ) FUTURO Y GRAN ESCRITOR CON CARIÑO DE SU FAN Y ADMIRADORA , Charo


Pongamos que este hombre nació en 1920 e imaginemos que este hombre es de un pueblo de Andalucía, y yo que soy de 1963 tengo la fantasía de estar tras la barra de una vieja venta escuchándole contar...
Permíteme que te lo cuente porque hace tiempo que yo a tí te lo quiero contar, si sabes sabrás más y de algo siempre te servirá. Estaba yo con mis dos compadres en una taberna bebiendo vino, no era una taberna cualquiera era una taberna de las de verdad.
Rebozaba de solera por los cuatros costados.
Tinto de roble viejo y nos reíamos una jarta.
Pequeñas mesas redondas que saben de la vida la verdad.
Sillas de anejas para mayor comodidad.
Y aquellos quinqueles que alumbraban una barbaridad.
Mi compadre José y mi compadre Juan.
Ellos me hablaban de amoríos y de sexualidad.
De mujeres, de aventuras, de quereles una jarta.
Que si tira, que si afloja, no paraban de contar.
O sea que clases me habían de dar.
Yo escuchaba y escuchaba sin atreverme a pestañear.
Ellos contaban y contaban, se creían dueños de la verdad.
Bajé la mirada y viéndome en la copa de tinto dije "ya no aguanto
más".
Compadres os voy a contar una cosa, oídme atentos porque no
os la contaré más.
Pongamos que fue un año cualquiera y un día cualquiera pero
mira por donde un mes de abril era.
Me levanté con el alba, agua fresca pa despejarme, mi traje más
castizo, mis zapatos bien cepillados, me ceñí mi sombrero y fui a
buscar a Jacinto el carbonero.
Cosas de los tratos, cosas de buscarse la vida.
Caminando por la acera con galgo y temple y es que yo de joven
valía una jarta.
Entre en un patio de vecinos al equivocarme por casualidad.
Al cruzar el portal, bajo un inmenso jazmín, tenía que pasar.
El aroma de aquel jazmín todavía húmedo por la fresca rocia me
hizo embriagar.
Se escuchaba una radio cantando por solea.
Y en la pared un jilguero que no paraba de tronar.
¡Escucha José! ¡Escucha Juan!
Cuando pasé el portal y detrás de unos geranios me puse a mirar
vi una muchacha que junto al pozo se puso a lavar.
Su camisa remangada y escote sin hojal.
Su ropa húmeda por el sudor y el agua salpica.
El Sol la registraba y yo me moría de verdad.
¡Que sabéis ustedes de sexualidad!
Fantoches, faroleros, dejadme que os cuente más.
Niña buenos días ¿Me podrías decir si vive aquí Jacinto el
carbonero?
Pues no, mire usted, aquí lo único negro es el gato.
Chiquilla no me contestes así, que no te he dicho na.
Además el gato no es negro, negro son tus ojos, negros tan
negros como tu pelo.
Y bajando la mirada pa la tabla de lavar me dice:
Perdona muchacho que el Sol de abril me tiene trastorna.
Ya quisiera el Sol ser lo bastante grande pa poderte trastorna.
Que pocas posibilidades tengo yo que soy tan chico como una
estrella, no soy na.
Y me contestó:
Más chico era el Sol cuando de la Luna se enamoró.
Jamás olvidaré las coplas de aquella pequeña radio.
Jamás olvidaré el aroma del jazmín.
Jamás olvidaré el sabor del aire.
Jamás olvidaré el movimiento de su cintura al tiempo que
canturreaba y lavaba la ropa.
Jamás olvidaré su pelo negro mecido por sus hombros.
Bueno niña dime adiós. ¡Me voy! Y perdona que me he
equivocado de patio.
No me contestó y mi alma se estremeció.
Me dirigía hacia el portal con el sombrero en la mano al mismo
tiempo que ella se daba la vuelta y se arrancaba por alegrías
mientras la sábana tendía.
Yo me quedé inmóvil, con mis piernas no podía.
La radio callaba, el jilguero enmudecía.
Nos miramos, sonreímos y aún conservamos la misma alegría.
Que sabéis ustedes de las cosas de la vida.
Nos hemos hecho viejos y aún conservamos la misma mirada
perdida.
Las mismas canciones, el mismo jazmín y aquel pozo que en el
patio relucía.
Mis compadres me dijeron tiene las copas paga pa to la vida.
Y bebiendo tinto celebramos mi gran alegría.
¡Mujer! De alguna manera te lo quería contar:
¡Ea! ¡Esas son las cosas de la vida!

Jesús Mata ( El carpintero )


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